lunes, 11 de febrero de 2008

Una más de tenencia

Hace algún tiempo recibí un mail donde se decía, en tono bastante sarcástico, que en México vivimos puros ricos, entre otras cosas, porque pagamos unos de los impuestos más altos del mundo, el IVA, (bueno, hasta ahora con eso de la entrada del IETU), porque los banco nos cobran lo que quieren, y porque pagamos nuestros carros dos o tres veces con eso de la tenencia. En las otras dos no me meto, porque es bien poco lo que se puede hacer; pero en el caso de la tenencia es distinto. Ya sé que se ha hablado mucho de ellos, pero no está de más recordar que:

* fue un impuesto PROVISIONAL para recaudar fondos para la olimpiada del 68
* es totalmente arbitrario, injusto y anticonstitucional
* una vez que se compra un carro, se paga el valor del mismo y el impuesto...
* en vez de anularlo (como muchos políticos lo prometieron en campaña) ahora es ya obligatorio para poder verificar el carro.

Ante esto, surge una pregunta:
¿Quién (o quiénes) estaría dispuesto a reunirse con otros inconformes (como yo) y proceder con un amparo en contra del pago de esta arbitrariedad?

¿Creen que podamos cambiar realmente las cosas con este tipo de acciones?

viernes, 8 de febrero de 2008

Algo de mi creación...

ESPERANZA

Y estoy aquí, en la vastedad de este mundo completamente deshabitado... miro al pasado y los recuerdos vuelven a mi mente como un caudal de información del que ya nadie dispondrá porque ya no son útiles... y sin embargo...
Todo comenzó cuando egresé de la universidad. Era un joven científico con la curiosidad de un niño, con grandes deseos de aprender y experimentar a pesar de haber obtenido las más altas notas. Si me hubiesen dicho que la espectrofusión minorgánica se encontraba todavía en fase experimental y que no se conocían sus efectos, yo no estaría aquí.
Me enlisté con el profesor Bianch, jefe de científicos en los laboratorios de la Federación gracias a su descubrimiento, el elemento 196b, del que no se conocían sus propiedades, ni sus utilidades, pero era un factor determinante en la formación de la espectrofusión. No me importaba que mis condiscípulos se burlaran de mí, ni ser un asistente de segunda categoría en los laboratorios, lo que en realidad deseaba era el arsenal de información y equipo del que las instalaciones disponían.
A base de trabajo y no pocas humillaciones, llegué a ser el asistente personal del viejo Bianch, gracias a mis conocimientos y juventud, podía realizar trabajos que para él eran técnicamente imposibles... me gané su confianza y llegó a revelarme todos sus secretos, incluso el de una probable aplicación del elemento 196b: detener el proceso de envejecimiento y de muerte celular. Pero no vivió mucho después de eso, su investigación quedó inconclusa y la Federación decidió cancelar sus trabajos por considerarlos como muy peligrosos. Tenían otros planes.
Una noche, me escabullí al reactor principal, sólo me quedaba una incógnita por resolver de toda la ecuación y, durante la cena, dí con la respuesta. Tenía poco tiempo, así que encendí el reactor y me dispuse a concluir el sueño de Bianch, sólo que el resultado y la gloria por él serían míos. Entré en la cámara de espectroradiación sin percatarme de que estaba encendida... los efectos fueron devastadores, la intensidad de la luz y el calor emanados debieron haberme derretido como cera, pero no fue así... treinta segundos duró el tormento... en ese instante deseé morir... de pronto todo terminó, me sentí atontado por unos segundos, pero pasó pronto... seguía sin entender porque no me había consumido, y mientras estaba en prisión, acusado de ingresar a instalaciones Federales sin permiso, revisé la fórmula una y otra vez y entonces me di cuenta de mi error.
Accidentalmente debía haber puesto una cantidad elevada del elemento 195 metal en el reactor, y el calor que produjo la radiación disolvió el metal con el elemento 196b, antes de tocarme, pero no me destruyó como era de esperarse, sino que salió disparado hacia mi cuerpo haciéndose uno conmigo y yo uno con él. La teoría de Bianch era correcta, pero no por anulación de un gen, sino por fusión entre el metal y el cuerpo viviente.
De momento creí que todo era mentira, aunque quería estar convencido de mi descubrimiento, me parecía irreal, era una falsa percepción de la realidad ante lo que yo creía que era una mala jugada del destino.
Pero el tiempo dio la respuesta... tuvieron que pasar años, décadas, siglos para que yo cayera en cuenta de que realmente lo había logrado... soy inmortal... y es irónico porque la misma energía y materia que me otorgaron esta condición, y que fue explotada desenfrenadamente por la Federación, terminaron por aniquilar a todo ser vivo. Y aquí estoy, vagando por el mundo, contemplado el esplendor de los alcances de mi raza... y la devastación de su aniquilación... recordando un pasado que no va a volver... esperando el final.